
"Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo” 1 Samuel 17:40
Sabemos que estamos dentro de una guerra y que nuestra guerra es espiritual contra huestes de maldad, y la alabanza no se queda atrás.
Sabemos que estamos dentro de una guerra y que nuestra guerra es espiritual contra huestes de maldad, y la alabanza no se queda atrás.
Es cuando reconocemos a nuestro Dios; reconocemos Su grandeza, Su poder y la alabanza es una forma de declarar la guerra. El diablo detesta escuchar que Dios es el Señor, por lo tanto estamos en medio de la batalla cuando alabamos y declaramos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, el Rey de nuestras vidas.
En el libro de los Salmos, David nos da un ejemplo de un verdadero adorador; una vida de adoración es la que tuvo este hombre, y en el pasaje que leímos lo encontramos defendiendo el nombre de Jehová, por que el sabía quién era Dios y David amaba a Dios con todas sus fuerzas y cuerpo, con todo su entendimiento y corazón, David estaba en medio de la batalla.
¿Cuantas veces nos preparamos para el momento de la adoración, para el momento de la pelea? David si lo hizo; (vs. 40) tomó su cayado, me imagino que era su mejor cayado puesto que era para servir a Dios; de igual forma eligió las 5 mejores piedras, las que estuvieran lisas y las hechó en su saco pastoril, tomó su honda y se fue a la batalla.
Hoy, nuestra batalla se gana de rodillas, orando. Oramos para que nuestro Dios intervenga, para que Él sea glorificado a través de nuestras vidas, por eso hay que prepararse para la pelea, para adorar.
Hay que tener en claro a quien sirves. (Vs. 45), David lo sabía.
Muchas veces queremos hacer las cosas con nuestras fuerzas, creemos que por ser muy buenos en la guitarra, en el piano o con la voz; estamos listos para adorar, y no es así, recordemos que Dios con Su poder se perfecciona en nuestra debilidad, y que si no fuera por Él ni estaríamos aquí. Dios usa al que reconoce que no puede, al más inútil, no al mejor.
“Más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel” (vs. 45b)
(vs. 48-50). David ya había reconocido quien era Dios y de qué lado estaba, entonces no esperemos que el diablo se quede ahí mirando, recordemos que estamos dentro de una batalla. (vs. 48-49) Goliat se lanza contra David con toda su fuerza para pelear, y David empezó a sacar sus piedritas, eligió una de las cinco y la puso en la honda, y la empezó a ondear.
¿Tienes piedritas para usar cuando te encuentras en la batalla?, ¿tienes una honda lista para luchar contra Goliat? tomemos en cuenta que todo aquello que hizo David no fue con sus fuerzas, de haber sido así, tal vez aquella piedra ni cosquillas le hubiera hecho a Goliat. Pero como David era siervo de Dios, Dios lo uso para que, con una honda y una piedra venciera al mejor guerrero de los filisteos, todo en el nombre del Dios de los escuadrones de Israel.
Pongamos nuestras piedritas y nuestras hondas al servicio del Señor y preparémonos para la batalla, para darle lo mejor a través de nuestras vidas en alabanza.
Rogelio Isaí Soto Ibarra
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