martes, 30 de junio de 2009

CRISTO VIVE Y MINISTRA EN ASCENCIÓN


(1)



"En el primer relato, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue llevado arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido." Hechos 1:1-2


Al llegar a Hechos, debemos recordar que tanto este libro como el Evangelio de Lucas fueron escritos por la misma persona. Los dos primeros versículos de Hechos indican que este libro es la continuación del Evangelio de Lucas. Este evangelio presenta al Salvador-Hombre y muestra que nuestro Redentor, el Salvador, es el Dios-Hombre. Lucas nos proporciona un relato claro, no solamente del nacimiento del Salvador-Hombre, sino también de Su concepción. Además, describe la juventud, la vida, el ministerio, la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor. Por tanto, el Evangelio de Lucas presenta un panorama amplio de todo lo que incluye la Persona maravillosa del Dios-Hombre desde Su concepción hasta Su ascensión.

Podemos afirmar que la concepción del Salvador-Hombre fue Su venida de los cielos y también de Dios el Padre. El Salvador-Hombre sufrió la muerte, pasó por la muerte y salió de ella. Después de pasar por el dominio de la muerte y del Hades, Él salió en resurrección. Por tanto, Él entró en resurrección, y en ella ascendió a los cielos. Ahora el Salvador-Hombre glorificado está en los cielos. Esta es una sinopsis del contenido crucial del Evangelio de Lucas. (c)


(2)


"Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, mientras Él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué os quedáis mirando al cielo? Este Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo." Hechos 1:9-11



Las actividades del Señor no concluyeron cuando Él ascendió a los cielos. Por el contrario, Cristo recibió la investidura que lo capacitó para cumplir Su ministerio celestial. Por tanto, la ascensión de Cristo no fue el final de Sus actividades, sino el inició de una obra más profunda: Su ministerio celestial.

El Evangelio de Lucas, el primer libro que éste escribió, describe el primer inicio que tuvo el Señor en Su vida y ministerio terrenales. Ahora se necesita un segundo libro, el libro de Hechos, que nos explique en qué vida y ministerio fue iniciado el Señor en Su ascensión. Por tanto, Lucas sintió que debía escribir un segundo libro que revelara la vida y el ministerio del Cristo ascendido. En Hechos vemos cómo el Señor vive y ministra en Su ascensión. Esta ascensión no fue una terminación, sino un nuevo inicio, el cual lo llevó a otra esfera, es decir, a los cielos, donde ahora lleva una vida y un ministerio diferentes. Esta vida y este ministerio no los lleva a cabo el Jesús que fue concebido del Espíritu Santo en el vientre de una virgen y que nació en Belén, sino el Cristo ascendido. El Cristo resucitado y ascendido vive ahora en los cielos desde donde efectúa Su ministerio. (c)
Jesús Manuel Rodríguez Mascareño

viernes, 26 de junio de 2009

GUERRA EN LA ALABANZA (1 Samuel. 17: 34-50)


"Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo” 1 Samuel 17:40

Sabemos que estamos dentro de una guerra y que nuestra guerra es espiritual contra huestes de maldad, y la alabanza no se queda atrás.


Es cuando reconocemos a nuestro Dios; reconocemos Su grandeza, Su poder y la alabanza es una forma de declarar la guerra. El diablo detesta escuchar que Dios es el Señor, por lo tanto estamos en medio de la batalla cuando alabamos y declaramos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, el Rey de nuestras vidas.


En el libro de los Salmos, David nos da un ejemplo de un verdadero adorador; una vida de adoración es la que tuvo este hombre, y en el pasaje que leímos lo encontramos defendiendo el nombre de Jehová, por que el sabía quién era Dios y David amaba a Dios con todas sus fuerzas y cuerpo, con todo su entendimiento y corazón, David estaba en medio de la batalla.


¿Cuantas veces nos preparamos para el momento de la adoración, para el momento de la pelea? David si lo hizo; (vs. 40) tomó su cayado, me imagino que era su mejor cayado puesto que era para servir a Dios; de igual forma eligió las 5 mejores piedras, las que estuvieran lisas y las hechó en su saco pastoril, tomó su honda y se fue a la batalla.


Hoy, nuestra batalla se gana de rodillas, orando. Oramos para que nuestro Dios intervenga, para que Él sea glorificado a través de nuestras vidas, por eso hay que prepararse para la pelea, para adorar.


Hay que tener en claro a quien sirves. (Vs. 45), David lo sabía.


Muchas veces queremos hacer las cosas con nuestras fuerzas, creemos que por ser muy buenos en la guitarra, en el piano o con la voz; estamos listos para adorar, y no es así, recordemos que Dios con Su poder se perfecciona en nuestra debilidad, y que si no fuera por Él ni estaríamos aquí. Dios usa al que reconoce que no puede, al más inútil, no al mejor.


“Más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel” (vs. 45b)


(vs. 48-50). David ya había reconocido quien era Dios y de qué lado estaba, entonces no esperemos que el diablo se quede ahí mirando, recordemos que estamos dentro de una batalla. (vs. 48-49) Goliat se lanza contra David con toda su fuerza para pelear, y David empezó a sacar sus piedritas, eligió una de las cinco y la puso en la honda, y la empezó a ondear.


¿Tienes piedritas para usar cuando te encuentras en la batalla?, ¿tienes una honda lista para luchar contra Goliat? tomemos en cuenta que todo aquello que hizo David no fue con sus fuerzas, de haber sido así, tal vez aquella piedra ni cosquillas le hubiera hecho a Goliat. Pero como David era siervo de Dios, Dios lo uso para que, con una honda y una piedra venciera al mejor guerrero de los filisteos, todo en el nombre del Dios de los escuadrones de Israel.


Pongamos nuestras piedritas y nuestras hondas al servicio del Señor y preparémonos para la batalla, para darle lo mejor a través de nuestras vidas en alabanza.


Rogelio Isaí Soto Ibarra

martes, 23 de junio de 2009

Y EN SEGUIDA CANTÓ EL GALLO


Hoy quiero compartir una de las tantas experiencias que trae a mi vida mi pequeño Manuel David.

Los vecinos de la casa tienen un gallo que, como todos los gallos, canta por las mañanas. Cuando el gallo canta, mi hijo llora. Cuando eso sucede nos causa gracia. Pero cuando el gallo ronda la casa cantando, el llanto de mi hijo es tan constante, que difícilmente logro consolarlo.

Esto me recordó la Palabra que cita: “Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente” (Mateo 26: 74-75)

¿Negar a mi Señor Jesucristo?, ¡No, no lo haría! sin embargo meditando, recuerdo: ¿cuántas veces he pedido al Señor, la oportunidad para compartir con mis vecinos el evangelio? Y cuando salgo para dejar a mi bebé en guardería y acudir al trabajo, los veo y tal es mi prisa que ni los “buenos días” me detengo a dar. Y cuando regreso, la casa, la ropa, la comida… creo que el gallo está cantando por cada 3 ocupaciones que me alejan de compartir el evangelio. Y mi hijo… llora en mi lugar.

Ruego a mi Señor Jesucristo que antes de que el gallo cante y mi hijo llore, pueda despojarme de esas ocupaciones que me alejan de mi comunión con El y de compartir el evangelio.

¡Bendiciones!

Claudia Soto M.

jueves, 18 de junio de 2009

SER RENOVADOS HASTA EL CONOCIMIENTO PLENO


Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno. Colosenses 3:10
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.. Romanos 12:2

El amor tiene que ver con la parte emotiva, y nuestra parte emotiva está relacionada con lo que entendemos en nuestra mente. Si no tenemos mucho entendimiento respecto de cierta cosa, no la apreciaremos mucho. Esto hará imposible que la amemos, pero cuando nuestra mente se renueva con respecto a ella, nuestra parte emotiva y el amor que ella contiene serán renovados también. Cuando la mente es renovada, la parte emotiva es espontáneamente renovada también. Nuestra experiencia lo confirma. Tanto en el campo de la experiencia espiritual como en el campo de la experiencia humana, la mente afecta las emociones, y éstas afectan la voluntad.

Debemos ser renovados en nuestra mente para amar apropiadamente al Señor con nuestra parte emotiva. Muchos santos son fríos hacia el Señor, porque no tienen mucho conocimiento de Él en sus mentes. Cuanto más tengamos del conocimiento pleno del Cristo todo-inclusivo, más lo apreciaremos y más lo amaremos.

Aunque todavía necesitamos ser renovados mucho más, al menos disponemos de cierta cantidad de conocimiento del Señor Jesús. El conocimiento que tenemos de Él nos permite amarle. Una vez que amemos y apreciemos al Señor, ejercitaremos nuestra voluntad para consagrarnos a Él, seguirle y vivirle, así como para cultivarlo y producirlo. De esta manera, decidimos vivir para Él y por causa de Su testimonio. Esta decisión proviene de nuestra parte emotiva, la cual, a su vez, es afectada por el conocimiento apropiado de Cristo. (c)
Jesús Manuel Rodríguez

viernes, 5 de junio de 2009

SI QUIERO


“Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.
En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.
Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel
día.” Juan 5:1-9


El apóstol Juan, recoge en su evangelio (Juan 5:1-16) la historia de un hombre que, por treinta y ocho años, estuvo enfermo, tirado en el suelo, avizorando una solución a su problema, pero incapacitado para alcanzarla ¡Treinta y ocho años! ¿Por qué pasó tanto tiempo? ¿Cómo pudo aguantar por años una situación tan adversa?

Hay un dicho popular en México, dice que, a todo se acostumbra uno menos a no comer; también dicen, que el ser humano es un animal de costumbres ¡y es verdad! muchas personas se acomodan, se acostumbran a una vida penosa y deciden permanecer en ella, quejándose, doliéndose, si, pero acomodados a sus circunstancias, a sus defectos de carácter o a relaciones dañinas; personas empecinadas en arreglar por sí mismas las cosas, aunque están incapacitadas para hacerlo o también porque llegan a creer que otra realidad no es posible.

El hombre del que nos habla el apóstol Juan, era un hombre orgulloso, que no sabía pedir ayuda, empecinado en alcanzar la sanidad de la manera en que él lo había planeado, con sus propias fuerzas ¡aunque ni siquiera podía moverse! incapaz de responderle a Jesús “sí quiero”.

Gloria a Dios, el Señor, nos ama tanto, que algunas veces, obra en nosotros sin consultarnos, haciendo uso de su soberanía, porque no seríamos capaces de de decir: si; porque nos hemos acostumbrado a un estilo de vida, porque nos acomodamos en la auto conmiseración, porque somos tercos en seguir nuestro propio camino, aunque sea de muerte.

¿Te has acostumbrado a estar mal, “enfermo” en algún aspecto de tu vida?
¿Quieres ser sano? Díselo a Jesucristo, que él te sanará.
L.Z.