sábado, 25 de julio de 2009

CRISTO LA SEMILLA DE VIDA SEMBRADA EN LOS CREYENTES


"confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios." Hechos 14:22

"siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre." 1 Pedro 1:23

El reino de Dios era el tema principal de la predicación de los apóstoles en el libro de los Hechos. Este no era un reino material ni visible, sino un reino constituido de la vida divina. Es la extensión de Cristo como vida a Sus creyentes para formar un dominio en el cual Dios gobierna con Su vida. El Nuevo Testamento enseña que el reino de Dios no es un dominio visible o material. En realidad, el reino de Dios es una persona, el Señor Jesucristo mismo. Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús acerca del reino, Él “les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí, porque he aquí, el reino de Dios está entre vosotros” (Lc. 17:20-21). Como lo comprueba el contexto, el reino de Dios es el Salvador mismo, quien estaba entre los fariseos cuando ellos lo interrogaron. Dondequiera que esté el Salvador, allí está el reino de Dios. Esta fue la razón por la cual declaró que el reino estaba entre ellos. Como lo indican las palabras del Señor el reino no viene de modo que pueda observarse, lo cual quiere decir que es un reino espiritual, no material ni visible.


En los cuatro evangelios el Señor Jesús es la semilla del reino que se sembró en Sus discípulos. El crecimiento de esta semilla empieza en Hechos y continúa en las epístolas. Finalmente, dicho crecimiento llegará a su consumación: la cosecha que se menciona en el libro de Apocalipsis. El reino es Cristo mismo, la semilla, sembrado en los corazones de Su pueblo escogido. Nuestro corazón es el terreno donde se siembra y crece la semilla del reino. Esta es la definición más precisa respecto del reino de Dios.

El reino de Dios es el disfrute que tenemos del Cristo resucitado. Entrar en el reino de Dios equivale a entrar en el disfrute pleno de Cristo como reino de Dios. El mundo entero se opone a que el pueblo de Dios entre al disfrute pleno de Cristo como reino. Considere cómo Satanás ha usurpado y usado al judaísmo para frustrar a los creyentes e impedirles que entren en este disfrute.


A través de los siglos el enemigo de Dios ha usado también otras formas de religión. . . con el fin de impedir que el pueblo elegido de Dios entre en el disfrute pleno del Cristo todo-inclusivo como reino de Dios. En Hechos 2, los ciento veinte disfrutaban plenamente al Cristo resucitado y ascendido como la esfera donde Dios gobierna. Tal esfera es el reino de Dios. No obstante, poco tiempo después de que los creyentes entraran en el disfrute de Cristo como reino de Dios, la religión judía se introdujo para estorbarlos. Si en los capítulos tres, cuatro y cinco, Pedro, Juan y los demás creyentes se hubieran mostrado débiles, habrían perdido el pleno disfrute del Cristo resucitado, y por ende, habrían errado al blanco en cuanto al reino de Dios.


Él (mediante Pablo) parecía decirles: “Por esta razón, os exhorto a que a través de muchas tribulaciones entréis en el reino de Dios. Debéis estar preparados para enfrentar oposición. Sufriréis muchas tribulaciones, pero es preciso que por medio de ellas entréis en el reino de Dios, que es la esfera en donde se obtiene el disfrute máximo del Cristo resucitado y ascendido. Cuando disfrutéis a Cristo de este modo, estaréis bajo el gobierno divino y os convertiréis en el reino de Dios, el cual es la vida apropiada de iglesia”.


Jesús Manuel Rodríguez Mascareño

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