“ La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la
ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz
de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.” Apocalipsis 21:23-26
ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz
de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.” Apocalipsis 21:23-26
En México estamos celebrando el bicentenario del inicio del movimiento de independencia, una lucha armada que comenzó en septiembre de 1810 con el levantamiento popular en Dolores, la insurgencia fue liderada en sus inicios por Miguel Hidalgo y apoyada por criollos, mestizos e indígenas que buscaban justicia y que aspiraban a una vida mejor, que buscaban libertad y que vieron en la insurgencia el camino para lograrlo.
Recordamos a personajes como Hidalgo, Allende, Abasolo, Josefa Ortiz de Domínguez, a José Ma. Morelos; que continuó la insurgencia a la muerte de Hidalgo, hacemos memoria de Vicente Guerrero, que resistió la lucha en el estado que hoy lleva su nombre, y quien vería el fin de esta guerra.
Finalmente, luego de una década de enfrentamientos surgió México como nación, al firmarse en 1821 el acta de independencia. El costo de la insurgencia: fue la sangre de miles derramada en el territorio nacional, El logro una nación independiente.
Los mexicanos de siglo XIX tenían una joven nación, soberana, sí, pero que heredaba condiciones de injusticia y pobreza. Los mexicanos seguían aspirando a la libertad de pensamiento, a la justicia y a una mejor existencia.
Con el avance del Siglo, la patria sufrió en innumerables ocasiones luchas internas, políticas e ideológicas, invasiones, intentos de estados monárquicos, guerras.
En este escenario, el país; dio un paso más en la consecución de de ese anhelo primigenio de los mexicanos, el anhelo de libertad, justicia y una vida mejor. Con la Reforma encabezada por Benito Juárez, se consigue la libertad de credo y con esa libertad, Cristo es predicado en el territorio nacional.
Hacia finales del mil novecientos, México vivió una etapa de calma política bajo el gobierno de Porfirio Díaz, sin embargo bajo esa aparente calma, seguían viviendo millones de Mexicanos en condiciones de injusticia, de falta de libertad y de pobreza, es así que surge la figura de Francisco I. Madero, quien buscando cambios políticos enciende a una multitud que no había encontrado la satisfacción de sus anhelos, nuevamente los mexicanos ven en la confrontación armada el camino para conseguirlos. El costo; otra vez fue la de millones de hombres mujeres y niños que perdieron la vida, el logro una nación moderna que buscaba en la democracia su éxito como país.
En este escenario, el país; dio un paso más en la consecución de de ese anhelo primigenio de los mexicanos, el anhelo de libertad, justicia y una vida mejor. Con la Reforma encabezada por Benito Juárez, se consigue la libertad de credo y con esa libertad, Cristo es predicado en el territorio nacional.
Hacia finales del mil novecientos, México vivió una etapa de calma política bajo el gobierno de Porfirio Díaz, sin embargo bajo esa aparente calma, seguían viviendo millones de Mexicanos en condiciones de injusticia, de falta de libertad y de pobreza, es así que surge la figura de Francisco I. Madero, quien buscando cambios políticos enciende a una multitud que no había encontrado la satisfacción de sus anhelos, nuevamente los mexicanos ven en la confrontación armada el camino para conseguirlos. El costo; otra vez fue la de millones de hombres mujeres y niños que perdieron la vida, el logro una nación moderna que buscaba en la democracia su éxito como país.
Al inicio del presente siglo los mexicanos han seguido luchando por la satisfacción de sus anhelos, las luchas del pasado han conseguido logros, sí, pero no absolutos ¿Por qué?
Muchos de nosotros lo sabemos. Sabemos que la satisfacción completa de nuestras aspiraciones no está en la lucha armada, si no en la conquista de Cristo a nuestro corazón.
Como mexicanos creyentes en Jesucristo tenemos una labor de hacer de nuestra patria ese lugar perfecto que anhelaron nuestras antecesores, ¿cómo?
Como ciudadanos ejemplares que se sujetan a las leyes y autoridades, orando por ellas como lo manda el Señor en Romanos 13:11 y 1 Timoteo 2:1-4
Como portadores de buenas noticias, predicando que el único camino para la verdadera libertad y la justicia es Cristo, él es el camino la verdad y la vida.
Y creyendo con todo nuestro corazón como lo establece apocalipsis 21:23-24, que algún día nuestra ciudad no tendrá necesidad de que el sol ni la luna la alumbren porque Jesucristo será su luz y que como nación caminaremos en Cristo y nuestras autoridades le darán la gloria y el honor
Amén.
Lorena Zapata
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